Partido y poder

Es preciso entender la relación de poder que existe entre par tido y Gobierno en China para interpretar a cabalidad los cambios que afrontará ese país después del Congreso del Partido Comunista, que comenzó la semana pasada en Pekín. Ni Wen Jiabao, el primer ministro, ni Wu Bangguo, que está al frente de la Asamblea Nacional Popular, deben su gravitación en los asuntos nacionales a los importantes puestos que les han sido confiados en el manejo del Estado, sino de los sitiales desde los cuales actúan en el seno del Partido Comunista. Es cierto que el desempeño de sus cargos estatales los equipara con sus contrapartes en el mundo occidental y de ellos derivan una relevancia incontestable. Pero la realidad es que su influencia se sustenta en la capacidad de maniobra que exhiben en la organización política, porque esta tiene una incidencia directa en cada uno de los aspectos de la dinámica económica y social. El todopoderoso Partido Comunista ejerce un papel de supremacía sobre todo: el sistema militar en su totalidad le es tributario, pero igualmente lo son las empresas públicas, las provincias, los medios de comunicación y los centros de pensamiento que actúan en las universidades. Nada se escapa al poder del partido, donde reina una estructura que no se ha separado un ápice de la organización que China copió del modelo soviético. Los rasgos de modernidad que hoy comienzan a observarse, como por ejemplo su presencia en las redes sociales y los órganos de prensa libre digital, son fachadas para hacer lucir su rígida estructura como algo flexible y contemporizador, cuando en la realidad estos dos elementos son sólo instrumentos adicionales de control para impedir grietas en la mano rectora del partido. En el corazón de toda la...

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