Patas cortas

La mentira no llega lejos. Su principal característica es que puede causar gran revuelo de sopetón entre los más desprevenidos, pero siempre queda al descubierto, aunque algunos de los estropicios causados muchas veces son irreparables. De ahí su utilidad y también lo perjudicial de su uso. Los profesionales de la comunicación y buena parte de los asomados en el oficio conocen del daño que hacen la mentira, la inexactitud y las medias verdades; daño tanto a la población como a su propia credibilidad co mo informantes. Claro, cuando se interponen beneficios materiales y de los otros los más débiles de espíritu ceden con prontitud y hasta con descaro. Basta sintonizar el sistema co municacional del Estado para manejar ejemplos de todos los tamaños sobre tal distorsión. Periodistas que salieron del anonimato por la prontitud con que le servían café al Coba en sus cadenas televisivas, que quedaron mal porque no supieron contestar cuánto costaba un kilo de pollo en el mercado, y que en el complot contra la democracia fueron cruzados de la libertad de expresión y de la profesionalización universitaria del ejercicio del periodismo, ahora se valen de la mentira más cruda y burda no para defender los grandes inter eses del país, sino las prebendas que disfrutan como mercenarios del régimen. Todas las dictaduras han tenido plumas a destajo y voces tarifadas. Las hubo cuando Juan Vicente Gómez, y...

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