Pecados y pecadores

El pecado es sancionado por la costumbre social y no por la ley. La transgresión de un precepto moral trae consigo la culpa individual y el rechazo colectivo. Estigma que regula desde una perspec tiva religiosa el comportamiento personal y lo adecua a los valores consensuados de una civilización. El pecado no es delito, pero se paga con la condena de la mayoría. Acto inherente a la naturaleza humana, sin exenciones: Quien esté libre de pecado..., reza el relato bíblico que la creación intelectual ha abordado a plenitud desde la literatura, el teatro, la danza, la música y también el cine. De Dante Alighieri, Bertolt Brecht y Kurt Weill, a Marco Ferreri, los pecados capitales establecidos por la Iglesia Católica han adquirido conceptualizaciones y formas estéticas tanto sublimes como grotescas. Los siete pecados capitales, proyecto presentado por la Compañía Nacional de Danza en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, es el resultado de una convocatoria amplia de coreógrafos para que asumieran desde sus particulares visiones los trasfondos éticos y emocionales de cada una de estas contravenciones ancestrales. Se trató de hacedores de gestos y movimientos disímiles en cuanto a tendencias en las que se encuentran insertos y niveles personales de desarrollo. Un hilo conductor debería hilvanar cada uno de los siete discursos hasta finalmente constituir una unidad escénica efectiva. El referido ideal no se alcanzó a plenitud: las recreaciones de la lujuria La casta de Martín Inhtamoussú, invitado de Uruguay; la ira, obra del mismo nombre de Rommel Nieves; la soberbia Castillo de telarañas, de Armando Díaz; la avaricia Puerta 60, de Marcos Rossi, coreógrafo argentino; y la envidia Ojos de luciérnaga, de Carolina Petit...

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