Los pelícanos comparten su rincón con los humanos

Cómo llegar. Si viven muy lejos, pueden volar a Carúpano o Cumaná y se ocupan de buscarlos. Es una hora y media de trayecto. Por carretera deben llegar hasta el pueblo de Cariaco, agarran la vía hacia Chacopata, y 7 kilómetros después del pueblito de Campoma, verán unas garitas a mano izquierda y un portón a mano derecha. Ahí es. La idea. El Rincón de los Pe lícanos comenzó como un refugio para amigos y familiares de Emilio Martínez y Gabriel Guillén. Le compraron la finca a un arquitecto delirante que amaba diseñar y construir, quien se quedó varios años después de venderla y se ocupó de inventar casi todo lo que ustedes verán y gozarán. Hace algún tiempo resol vieron sembrar unas hectáreas de plátano. Esta tierra es muy fértil, pues recibe el agua de la vieja tubería del embalse Las Clavellinas y como no está exactamente en Araya sino en el istmo, el desierto le queda lejos. Asombroso cómo se dan los aguacates, lechosas, limones o parchitas. En un momento estuvieron a punto de vender, pero el destino los obligó a quedarse con su fi nca y fue cuando resolvieron abrirla al público. Se agradece el gesto. La vida te da sorpresas. En cuanto se abre el portón, hay dos filas de palmeras marcando el camino. A mano izquierda está el mar, con la isla de Margarita al fondo, porque estamos en la costa norte de la península de Araya. La presencia azul es sobrecogedora desde el risco, con cientos de pelícanos vigilantes que vuelan en pareja o bandadas luciendo la maestría de su formación. A mano derecha hay una laguna con patos, las habitaciones de los obreros y muchas matas de frutas y flores. Se camina por unos sen deros de cemento perfectos, lisitos, diseñados especialmente para una señora con discapacidad que solía disfrutar de este espacio secreto. Una de esas veredas conduce a una perfecta piscina rodeada de gramita desde donde se ve el mar en toda su amplitud. Detrás hay una churuata para guarecerse del sol, una mesa sabrosa con su sombrilla, un gimnasio y sauna. El área social principal es una churuata gigantesca de cuatro pisos. Se llama La Gran Sabana. Abajo queda el fogón, con un mesón para picar y dos mesas cuadradas grandotas para que los huéspedes se junten a compartir sus impresiones. Arriba hay un restaurante con aire acondicionado, espacios para conversar y están construyendo un buen sa lón de conferencias. Pero hay otras áreas para dis frutar en grupo. La Esmeralda es un cuarto de descanso con sofás sabrosos y una fuente relajante...

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