Mi película del 4-F

Yo también tengo mi película del 4-F, respondí a la reportera que pedía mi opinión sobre la extravagante decisión del comediante presidente Chávez de ordenar una película sobre los criminales hechos del 4 de febrero de 1992. Rechacé que se utilizaran recursos públicos en la obscena hagiografía construida desde los medios de comunicación del Estado y, peor aún, la pretensión de enaltecer una sangrienta y criminal acción militar contra un mandatario elegido por la voluntad popular, que terminó con la vida de muchos inocentes y enlutó a la familia venezolana. No puedo sino pensar en apo logía de delito cada año que el teniente coronel Chávez persiste en su intento de dignificar una felonía, de revestir con oropeles heroicos la traición de una logia de milicos conspiradores contra el presidente electo. Y, más aún, interrogarme con preocupación, cómo puede el Gobierno celebrar un golpe de Estado, legitimar el libre albedrío que tendrían los militares para intervenir en la vida política del país, para decidir los destinos de la nación valiéndose de las armas que le encomienda la república, cuando los razones que evoca Chávez para su sangriento golpe imperan, de manera agravada, en la Venezuela de hoy: burocratismo, ineficiencia y corrupción. Y, por si fuera poco, la cesión de nuestra soberanía a la tiranía de los hermanos Castro. Yo también tengo mi película del 4-F, respondí, y busqué sendos comunicados publicados en los días siguientes al violento episodio que inició el drama que hoy padecemos, y que nos asomó a la trágica tutela de las armas sobre la voluntad ciudadana que desconocíamos los nacidos en la segunda mitad del siglo XX. El argumento de mi película del 4-F está enraizado en el texto del Comunicado ¿Por que apoyamos la democracia? ¿Por que repudiamos la salida totalitaria?, que con un grupo de ciudadanos suscribí el miércoles 12 de febrero de 1992, una semana después de la fallida intentona militar: allí hay una toma de posición que hoy día mantiene su absoluta vigencia frente al obsceno intento de reescribir la historia y la pretensión de convertir en revolución de la dignidad un acto de traición y de escupitajo a la Constitución. El argumento de mi hipotético guión sobre el 4-F incorporaría lo suscrito, dos semanas más tarde, el 27 de febrero, en el comunicado La democracia es una cultura. Gloso lo esencial de lo dicho en aquellos días aciagos de 1992: 1 Apoyamos la...

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