Un peligro

Quizás ya algún alto funcionario ha pensado que hay que denunciar que la Mesa de la Uni dad está financiando a Barack Obama. Así es esa gente. Se pagan y se dan el vuelto. Un día yo te financio a ti, otro día tú me financias a mí. Pregúntenle a Eva Golinger. Seguro que ella ya tiene un documentico desclasificado donde aparece claramente, hasta con foto y todo, Ramón Guillermo Aveledo pichándole por debajo de cuerdas unos dólares a Barack Obama. De verdad. Se los digo con el corazón en la mano. El terrorismo es muy promiscuo.

A veces ocurre así. Don de uno menos lo espera, de pronto salta un ejemplo muy inoportuno. Eso ocurrió esta semana con las elecciones legislativas en Estados Unidos.

Algo que podría haber pasado sin mayor estridencia junto a nosotros se ha convertido de repente en una caja llena de dudas y preguntas.

No deja de ser paradójico que, justo ahora, cuando hay un derroche de evidencias para que el planeta entero enjuicie a George W. Bush por su guerra particular en Irak, el Partido Republicano se alce con un triunfo electoral en Estados Unidos. El mundo es raro, complejo, confuso. No siempre ocurre lo que queremos. Los países no tienen una dirección predeterminada. La historia no tiene una lógica especial, no tiene destino.

Las expectativas generadas por el Partido Demócrata, su promesa de cambios, ha tropezado de pronto con el tiempo. Después de dos años, los votantes norteamericanos no están satisfechos. Con un impulso conservador, que no deja además de nutrirse con lo peor del racismo de cierto sector de esa sociedad, el mapa político de Estados Unidos ahora ha cambiado.

Sin embargo, al menos para nosotros, lo más paradójico de todo el episodio es sin duda la reacción del Presidente norteamericano después de saberse los resultados electorales. Barack Obama, sin proponérselo, nos ofrece un espejo implacable. Es imposible no hacer el paralelismo, no sucumbir ante el juego de las comparaciones. Esto de ver y oír a un presidente reconociendo que la gente está frustrada y asumiendo el fracaso electoral puede ser algo tan desconcertante como subversivo. ¿Por qué no manda para el carajo a sus opositores? ¿Por qué no se lanza una cadena de seis horas y le dice a todo el país que ni de vaina, que ni en cien años, que los republicanos no volverán? No. Todo lo contrario. Oba ma está pasado de antibolivariano: pierde y reconoce la derrota. Asume sus errores y plantea el futuro en otros términos. Aunque no le guste.

Aunque le cueste...

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