El peligro que acecha

En el momento en que Europa entera afronta la peor crisis de confianza de su historia reciente, desde Oslo el Comité del Premio Nobel le acaba de otorgar al Viejo Continente un voto para que el compromiso unitario no flaquee. Nada fue más sorpresivo que la concesión de este reconocimiento a los esfuerzos que la Unión Europea, representada en sus instituciones, ha realizado por la reconciliación de sus miembros, por derribar los muros que los separaban por la Segunda Guerra Mun dial y por construir una entidad económica que con sus más de 500 millones de ciudadanos llegara a convertirse en la tercera potencia económica mundial. Fue sorpresivo porque no es usual la despersonalización del máximo galardón de Noruega como es, en la opinión de muchos, el que lleva el distintivo de la paz. Es igualmente inesperado porque Noruega, por decisión de sus ciudadanos, se ha negado de manera deliberada a formar parte del Club europeo. Es decir, Noruega, al igual que Suiza, no puede saber hoy cuáles habrían sido las ventajas que su país hubiera adquirido si se hubiesen arriesgado a compartir con el resto tanto sus proyectos económicos como sus inquietudes sociales y su dinámica política. Por estas razones, considero que la decisión del Comité del Nobel, más que cualquier otra cosa, es una alerta: han pasado un inequívoco mensaje de que la construcción de la unidad en lo económico es una importante contribución a la solidaridad y que es en esa senda donde los 27 deben continuar para sobreponer la hora de las dificultades que...

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