El peligro de jugar a la guerra

La cúpula que contro-la el régimen venezolano hace sonar, otra vez, las trompetas de la guerra con un país vecino.Se trata de Colombia, con cuyos ciudadanos compartimos una misma historia presidida por las hazañas del Libertador Simón Bolívar. Somos alumbrados por un mismo sol, y nos cruzan los mismos ríos que compartimos. También hemos sobrellevado difi cultades, como es natural que ocurra entre vecinos. Lo deplorable es llegar a los extremos, lo peligroso es jugar a la guerra irresponsablemente, cuando lo que debería privar es la sensatez, y utilizar cívicamente los medios diplomáticos para remediar cualquier malentendido.Estas escenas de zozobra en las líneas que separan los territorios de Venezuela y Colombia se han venido repitiendo en los últimos 16 años, ya suman 4 veces el anuncio entre fanfarrias y en algunos casos aderezado con la pólvora de los cañones del cierre de la frontera.Las pérdidas económicas son muy altas para ambos países y, desde luego, lo que más duele es ver a esos seres humanos amontonados tratando de cruzar riachuelos, cargando sus enseres y huyendo de la violencia con que son tratados.Escribo estas líneas desde el exterior, donde miles de compatriotas experimentan el exilio, tal como lo viven más de 1 millón de venezolanos aventados de su patria por el cúmulo de dificultades que nos atormentan. Como nunca, ahora escarmentamos en cabeza propia los trajines de los inmigrantes que llegaron a esta tierra y nos ayudaron a forjar el país que ahora extrañamos con nostalgia. Por eso y muchas otras razones de valor histórico y moral, no somos...

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