Pequeña parábola dominical

Yo soy mi doble.Sarah Bernhardt La tarde estaba casi a oscuras. Un calor espeso colgaba debajo de las nubes. El Alto Mando Político de la Revolución se encontraba reunido en el Palacio. El ambiente era agitado y confuso. Parecían muchachos intercambiando viejas barajitas de beisbol.--¿Y si denunciamos un magnicidio? preguntó uno.--¿Otro más? --Acabamos de jugarnos esa carta. Tampoco hay que abusar.--¿Y si volvemos con lo de la guerra económica? --No lo sé acotó otro. Las encuestas señalan que ese cuento no funciona.--¿Cuáles encuestas? preguntó un gordito, en un amague de indignación ideológica.--¡Todas! ¡Incluso las que inventamos nosotros! Por un instante se coló un silencio incó modo. Algunos bajaron la mirada hacia el suelo. Como si buscaran una idea en sus zapatos.--¿La invasión del imperio? la mujer de anteojos negros, apuró la pregunta a media voz.--Coño, no... sentenció uno que iba de uniforme.¡La gente todavía está haciendo chistes con lo de las maniobras! --Además añadió otro, con cierto resentimiento, ahora que Fidel y Raúl andan de pipí agarrado con los gringos, ¿vamos a salir a poner la cómica otra vez y a decir que nos quieren invadir? Nuevamente, el silencio. Ni siquiera el rumor de un zancudo.--¿Qué haría el Comandante si estuviera ahora con nosotros? Más silencio.Al mismo tiempo, en una oficina cercana, se producía otra conversación, también ríspida, tensa. Un funcionario trataba de tranquilizar a Jairo Valbuena, pero el hombre fornido, nacido en Caseteja, no se calmaba, ya estaba harto de esperar. Llevaba tres días aguardando que le pagaran.--Ni siquiera puedo salir a la calle, vea mascullaba, abriendo los brazos.Y tenía razón. Cualquiera podía identificarlo. Valbue na era un profesional serio. Desde el año 1994 estaba inscrito en el sindicato internacional de dobles y jamás había tenido una experiencia parecida.--Me dijeron que me iban a poner en una suite y luego me metieron a compartir un cuarto con un escolta decía. Me aseguraron alzaba la voz, cada vez más exaltado que no iba a tener que hablar y, luego...

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