El perseguidor de almas

E xisten distintas formas de moverse entre espacios, también diferentes motivos para hacerlo. Y existió Antonio Tabucchi, un escritor en movimiento, un buscador de almas, una suerte de emigrante por decirlo de algún modo que, sin dejar su país, abrazó a otro. Y esto se nota en su forma de narrar en la que captura el entorno y lo convierte en ficción. Desconozco si las últimas palabras de Tabucchi las pronunció en italiano o en portugués.Lo que sí puedo afirmar es que fue un italiano que murió siendo lisboeta por elección.Lo primero que leí de él fue Sostiene Pereira. Este libro muestra cómo un escritor que vivió la mayor parte de su vida en Italia es capaz de crear un personaje tan portugués. Pero demos un paso atrás. Antes de llegar a ese punto en el que Tabucchi parece haber encontrado el alma portuguesa que buscaba, escribió varias novelas y colecciones de relatos. Fueron siete los libros antes de Réquiem, su primer homenaje a Portugal, al que le siguió Sostiene Pereira.En Nocturno hindú, por ejemplo, su personaje está deambulando siempre de noche en una India caótica y misteriosa. El lector se enfrenta a un sonambulismo ininterrumpido en el que no se sabe si el narrador está soñando o está despierto. A pesar de que los personajes son fantasmagóricos, están descritos como personas de carne y hueso. A lo largo de la historia, Tabucchi nos muestra el alma de la India de una manera incómoda, algo de su protagonista no termina de calzar. Esta inquietud permanece en sus libros posteriores.Luego, en Pequeños equívocos sin im portancia, el autor nos brinda once relatos llenos de vacíos que provocan una extrañeza distinta a la existente en Nocturno hindú. En este caso, el lector se ve obligado a buscar un sentido entre los agujeros imposibles de llenar. Más adelante, en Se está hacien do cada vez más tarde, escribe: Hay una red en la que parece ya imposible no quedar atrapados, y es una red de arrastre. En esa red yo insisto en buscar agujeros. Anagrama, 2002.Tabucchi se vale de cada relato pa ra profundizar en la alegría, el dolor, el miedo, entre otras emociones y así despertar en sus lectores una sensación tan conmovedora como un fado de Dulce Pontes. Lo hace barnizando cada situación de un sentimiento. To do lo cubre con él. Las calles, los cafés, el comportamiento de los personajes hasta mostrar, reincido, el alma de lo...

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