¿Persona o masa?

El colectivo es un mosaico de individuos, diferentes unos de otros, cada uno con expresiones culturales propias, que derivan de su visión y sentir particular. Esa diversidad la encarnan los ciudadanos, aunque participen en diversos colectivos a los que cada quien se integra o con los que se identifica por afinidad.La individualidad es lo que nos hace persona, y es una característica ciudadana que antagoniza con los proyectos hegemónicos y totalizadores que buscan imponer una sola manera de pensar, de sentir. Buscar la manera de articular las diversas visiones y opiniones; encontrar caminos para el consenso y la sinergia de formas de pensar y expresiones diversas, es el reto de quienes propician un proyecto plural, democrático, transparente y abierto.El país ha sido desde siempre un territorio donde los deseos y anhelos de los individuos por ser libres de tener y desarrollar sus particulares formas de ser, sentir y pensar están en permanente tensión con la voluntad de hacernos masa, colectivo homogéneo, gentío uniformado en ideas y actitudes.Esa tendencia a la imposición de modelos totalizantes que aplastan al individuo y vuelven todo en un colectivo monocolor sin matices ni pluralidad se expresa con fuerza desde posiciones de poder, en tanto que borrar las diferencias y uniformarnos a todos hace más fácil dominarnos y ponernos al servicio de la particular visión y deseos de quienes mandan, sea en el trabajo, en la ciudad o en el país.En los últimos años se ha deteriorado nuestra pluralidad, el respeto a la diversidad de opiniones y formas de pensar. Parece haberse reducido el sentimiento de rebeldía, propio de muchos venezolanos que no aceptan imposiciones ni intentos de homogeneizar su multiculturalidad.Los uniformes son la expre sión más evidente de esa tendencia a convertirnos a todos en masa o reducirnos a condición de arcilla maleable, como decía el Che Guevara. Pareciera que el principal objetivo de improvisados gestores públicos es vestir de manera uniforme a quienes laboran en las instituciones oficiales, que en teoría debieran servir a todos y con eficiencia. Poner a todos el color rojo en su vestimenta pareciera el nirvana de mediocres con poder. Las ropas de trabajo ahora son parte de la imposición arbitraria de una doctrina que usa el cuerpo de los individuos para promoverse. Los uniformes de los trabajadores están siendo convertidos en herramientas de propaganda de una doctrina que se identifica con un color. El individuo como...

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