La pesadilla replicante

La política de autor descubre la fuente de la juventud en la tercera dimensión. Cameron, Wenders, Scorsese, Spielberg y Herzog abrevan de ella para revitalizar al lenguaje del cine amenazado de sufrir la enfer medad de la crisis terminal. Hugo, Tintín y Pina adoptan una necesaria visión optimista con respecto al futuro de la tecnología. Por su lado, Ridley Scott se incorpora al grupo en 2012 y asume una prudente posición de veterano del escepticismo apocalíptico. De ahí su vínculo formal con La cueva de los sueños olvidados y Ava tar. De la primera, Prome teo recupera el sentimiento melancólico del realizador alemán durante su viaje de exploración por los orígenes de la pintura rupestre. Desde el prólogo con aires de intermedio de El árbol de la vida, la fotografía sa be captar el esplendor de una naturaleza tan hermosa y abstracta como sombría e inhóspita, cuyos paisajes desnudos anticipan el clima de tormenta de la tragedia griega por acontecer en la pantalla. Un mutante ingiere una extraña poción y se envenena, a la manera de Sócrates, mientras su cadena genética estalla en mil pedazos. Así empieza el descenso a los infiernos de la evolución de especie, según el evangelio ortodoxo y a la vez sacrílego del creador de El reino de los cielos, siempre debatido entre la esperanza y el pesimismo por el destino de la condición humana. De inmediato, los personajes penetran en el interior de una caverna de Platón y encuentran señales de otra galaxia impresas al lado de bosquejos primitivos. Por la música y el ambiente sacro, empezamos a sentirnos dentro de una reproducción de la Capilla Sixtina de 2001, salvando las distancias con la arriesgada propuesta de Kubrick. Sin embargo, los protagonistas...

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