Tanto petróleo, y no hay pabellón criollo

Hay hambre pareja, y no es una exageración. Eso ocurre en Venezuela, un país inmensamente rico, cuyos gobernantes corretearon el mundo regalando a manos llenas nuestro petróleo y firmando convenios para importar hasta caraotas, que ahora son difíciles de conseguir en los mercados, por lo que está vigente la paradoja de vivir en un país con tanto pe tróleo y donde es difícil hasta hacer un pabellón criollo, y la tradicional arepa está más cuadrada que nunca.En este mismo espacio escri bí el pasado marzo que Venezuela había sido lanzada a un abismo, y en ese vacío los venezolanos confirmamos cómo están arruinando nuestro país. El estancamiento económico es indiscutible.Lo ocasionó este modelo inviable que devora las riquezas naturales y los dineros que les sacan del bolsillo a los contribuyentes; además, los diseñadores estratégicos se encargaron de espantar todo tipo de inversión, porque esa gritería revolucionaria aturde a cualquiera. Los enclaves industriales están desolados, son cementerios de riqueza. Da dolor oír a pequeños, medianos y quienes fueron grandes empresarios hablar de sus galpones llenos de maquinarias y con decenas de operarios que ven desde la distancia y con nostalgia lo que en un tiempo cercano fueron portentos productivos y hoy son despojos abandonados.Igual pasa cuando recorda mos que en un tiempo aquí existía una sólida clase media, ahora está apaleada y arrinconada en la pobreza.Insólito, ¿no? Disfrutamos...

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