Phelps y Lochte, rivales para siempre

Dice una nadadora española que le vio de juerga en la Villa Olímpica, una de esas noches en las que debería haber estado durmiendo, concentrado, postergando el deseo de ser feliz para ganar más oros. Él ya lo advirtió, antes de comenzar a competir: No voy a privarme de las distracciones que me ofrece la vida. No lo he hecho nunca y no lo haré ahora que estoy en los Juegos. Así es Ryan Lochte, uno de los mejores nadadores de todos los tiempos, pero, ante todo, un chico con las prioridades claras. Ayer, tras enterarse de que los técnicos le habían apartado del equipo de relevos de estilos por encontrarlo cansado, se fue de vacaciones con su cargamento de cinco trofeos. Dos oros, dos platas y un bronce que, después de tres Juegos, completan un total de 14 medallas. No lo hizo sin despedirse de Michael Phelps. Momentos antes de la final que los midió en los 200 estilos, Lochte había caído en la cuenta de que nunca más se volverían a encontrar en una competición, porque Phelps ha resuelto retirarse. A continuación, tuvo lugar uno de esos raros episodios de la historia del deporte en la que los adversarios descubren que se necesitan, que no son nada el uno sin el otro, y que una separación implica necesariamente una crisis existencial. No me di cuenta hasta esta tarde, dijo Lochte, que siempre anda distraído. Me he pasado mi carrera nadando contra él. Los estilos, las pruebas de nado libre, la espalda. Michael siempre ha estado conmigo. Será bastante raro no tenerlo ahí cerca. Nos hemos presionado mutuamente para superarnos. Todo el tiem po. Quedarme sin esa referencia será extraño. Con suerte, podré crear nuevas rivalidades con otra persona en los próximos cuatro años. Muchacho de Florida. Loch te, que ayer cumplió 28 años, edad un tanto provecta para un nadador, estaba emocionado. Phelps le oyó decir esto mientras ambos comparecían ante las cámaras, en la sala de conferencias de la piscina, pero no pareció alterarse. Phelps es frío. Lochte es del sur. Es de Florida, de un pueblecito llamado Port Orange que bautizó una de sus calles con su nombre Lochte Way. Es hijo de Steve Lochte e Iliana Aramburu, una inmigrante cubana de origen vasco. Los platos preferidos de Ryan, además de las hamburguesas, son las croquetas, la ropa vieja plato popular canario y caribeño y el picadillo que le prepara su abuela. Mi familia me ha enseñado que la vida es para disfrutarla y ser feliz, dijo antes de los Juegos. La persecución del éxito, siempre lo advirtió, no...

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