Como un piel roja

Le pido disculpas a Federico Vegas porque voy a contradecir su texto sobre la cárcel de los directivos de Econoinvest. Quizás también deba pedirme disculpas a mí mismo, porque llevarle la contraria a alguien que tiene la razón es, cuando menos, un acto de terquedad, pero supongo que mi naturaleza me lleva a cometer este tipo de errores, o peor todavía, que soy capaz de lo que sea en nombre del estilo, pero basta de excusas y al grano. En su texto, Vegas descri be su amistad con Herman Sifontes de un modo que redunda sobre cualquier cosa que yo diga sobre la mía con Miguel Osío, otro de los directivos de Econoinvest presos. Por el momento bastará con decir que Miguel y yo crecimos juntos y que hemos mantenido una amistad inquebrantable a través de los años. Ahora bien, en lo que le voy a llevar la contraria a Vegas es en algo que no domino del todo y que le importa a muy poca gente: las referencias literarias; específicamente, la de la parábola que Vegas toma de El proceso, de Kafka, y que trascribe así: Un hombre ha esperado toda la vida para cruzar una puerta y acceder a la justicia. Cuando está a punto de morir le pregunta al guardián que le ha impedido la entrada: --Si todos se esfuerzan por llegar a la Ley, ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar? El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora: --Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla. Y aquí es donde me pongo terco: la cárcel de los directivos de Econoinvest no tiene nada de kafkiana. Ésa cárcel no es otra cosa que una injusticia; una simple y vulgar injusticia. Los directivos de Econoinvest están presos, primero, porque el gobierno necesitaba un chivo expiatorio para justificar las devastadoras consecuencias de su política cambiaria y segundo, porque los oficiales encargados del caso defalcaron a la compañía y ahora son cómplices de un crimen que quedaría en evidencia si la verdad sale. Allí no hay equívoco, ni absurdo ni un sistema avasallador con una lógica implacable; allí no hay un ápice de belleza oscura. Allí lo que hay es un gobierno errático que se alimenta de chivos expiatorios y utiliza todo su poder para...

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