Una pisada salvó de la muerte a Fátima Gouveia

La madrugada de la explosión la familia Gouveia Quintero se levantó entre sombras. El desplome de fracciones de techo, paredes y ventanas había sepultado a Fátima Gouveia Quintero, de 6 años de edad, en su casa en La Pastora, a una cuadra del Centro de Refinación de Paraguaná. Yo sólo saltaba de un lado a otro en búsqueda de mi hija pequeña pues los otros estaban a salvo. No la encontraba porque no se veía casi nada, pero no podía salir de allí hasta tenerla. Estaba desesperado, relata Carlos Gouveia, padre de la niña. Una pisada del hombre, lue go de husmear durante minutos en la vivienda, fue lo que salvó a Fátima de la muerte. La pisé y se quejó. Estaba allí, tapiada con escombros; sólo le sobresalía la piernita. Empecé a sacarla como pude, creo que de la desesperación la lastimé y finalmente estuvo a salvo. El cuerpo de Carlos Gouveia está lleno de costuras. Su esposa, Gladiola Quintero, también sufrió fractura en la pierna izquierda; sin embargo, la familia cree que son afortunados por contar el relato. Cuando salimos a la calle, vimos gente muy mal. Perdimos casi todo lo material, pero estamos vivos. A 9 días de la explosión de Amuay, la narración de la familia Gouveia Quintero no deja de repetirse. Consideran que ha sido la tragedia de Paraguaná. Neisy de Núñez, prima de Carlos Gouveia y vecina de Creolandia, señala que no hay pariente salvado de secuelas de la explosión. Las ventanas de mi casa, por ejemplo, volaron por el aire debido al impacto. Muchos amigos o familiares...

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