El placer de caminar por Milán

M ilán posee una de las catedrales católicas más imponentes del mundo: el fa moso Duomo, cuyas torres en forma de agujas se elevan con elegancia hasta el que fuera el punto más alto de la ciudad, con la estatua de la Madonnina. No es su único ícono. También están el Castillo Sforzesco, antigua fortaleza que fuera palacio ducal y que hoy es museo; y Santa María delle Grazie, el convento que atesora en su refectorio la maravillosa obra de Leonardo da Vinci, La última cena.Vale la pena comenzar el viaje al centro histórico de la capital de la moda en el tranvía. Si toma el quindici el 15 en las proximidades de la Universidad Bocconi puede observar, frente a la ventana, los palazzos emblemáticos de Corso Italia en algunos de los que divisan estupendos jardines interiores. El viaje finaliza en Piazza Fontana, tan próxima a la Piazza del Duomo que en pocos minutos puede disfrutar de la visión majestuosa de la Catedral, y acariciar el bellísimo mármol rosado que recobró su esplendor con las obras de restauración de los últimos años.Galería y aperitivos. A pocos pasos del Duomo se encuentra un imperdible: la Galleria Vittorio Emanuele, donde es casi imposible no detenerse frente a las vidrieras repletas de artículos de lujo, ni dejar de admirar la magnífica bóveda de vidrio, debajo de la que se detienen jóvenes parejas para pisar la imagen de un toro muy dotado al que atribuyen el don de la fertilidad.Por la galería circulan tu ristas variopintos: algunos, apasionados compradores, y cargan con tantas bolsas de marcas exclusivas que no les queda ni una mano libre...

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