Cuando el placer se queda dormido

Pablo y Vanessa tamborilean los dedos en el borde del sillón donde esperan ser atendidos. No es que su vida matrimonial sea una película romántica de Hollywood, pero resulta difícil creer que esta pareja de profesionales, ambos de 38 años de edad y con dos hijos, tenga que acudir al sexólogo porque sienten que el cielo se les oscureció de pronto. Claro que nos amamos y seguimos apostando a la fidelidad pero, al llegar a la cama, el sexo se nos queda dormido, lo dice sin tapujo esta administradora, consciente de que están a punto de cruzar la línea en la que él podría acusarla de frigidez y ella, de impotencia. Es verdad, la falta de deseo sexual es un frecuente motivo de disputas que preceden al divorcio, explica Gerardo Giménez Ramírez, psiquiatra y sexólogo. Tradicionalmente, la falta de deseo se ha asociado de forma injusta a la carencia del sexo femenino, por aquello de la frigidez, sin reparar en que se trata de un deseo sexual inhibido, que es como se conoce esa disfunción, y que a la hora de repartir culpas se mira como un problema individual consustancial con el género. Subraya que la respuesta sexual humana no es la misma en todas las personas, ni siquiera en el mismo individuo a lo largo de su vida. Incluso en cada etapa la respuesta sexual individual puede sufrir variaciones cuantitativas y cualitativas. De modo que el deseo, la libido, las ganas de aproximación sexual varían de persona a persona. Se nos rompió el amor. El deseo sexual inhibido los sexólogos le denominan DSI se caracteriza porque la persona carece de apetito sexual, y no se siente atraída por el sexo ni por la posibilidad de...

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