El poder constituyente de los militares

El coronel Marcos Pérez Jiménez quiso jugar a la democracia el 30 de noviembre de 1952 y se llevó un fiasco que lo desequilibró y lo marcó para siempre. Pretendió que los venezolanos legitimaran la dictadura y salir del proceso electoral con aureola popular. Navegaba en aguas turbulen tas desde otro noviembre, el de 1948, fecha del golpe de Estado que derrocó al presidente Gallegos, y luego, cuando el asesinato en 1950, también en noviembre, del coronel Carlos Delgado Chalbaud, presidente de la Junta Militar de Gobierno. Este último noviembre puso en jaque al coronel y descubrió sus cartas. Los militares estaban dividi dos, unos sostenían la tesis de Delgado Chalbaud de cumplir la promesa de llevar a cabo un proceso electoral equitativo y abierto, y otros, la del propio Pérez Jiménez, según la cual el poder se había conquistado en 1948 para ejercerlo sin límites en el tiempo y sin volver atrás. O sea, no más democracia. La muerte del presidente de la Junta Militar había despejado el camino a los últimos. Pero la muerte de Delgado no resolvió todo. Y de esa manera el régimen convocó a una Asamblea Constituyente, fundó un partido, el FEI Frente Electoral Independiente, y autorizó la participación de otros, URD y Copei, mientras prohibió hacerlo a Acción Democrática y el PCV. El 21 de octubre había sido asesinado el doctor Leonardo Ruiz Pineda, secretario general de AD en la clandestinidad. La tensión se impuso en el ambiente. Y el rechazo a la farsa dictatorial dominó a toda la nación. Pérez Jiménez no dio la cara durante la campaña, pero el Gobierno todo se convirtió en un grotesco aparato de intimidación. Aquella fue una extraña cam paña en la cual los oradores estaban limitados en sus discursos, mientras contra la prensa se ejercía la censura más brutal de que se tenga memoria. No obstante, cuando en el Nuevo Circo el doctor Jóvito Villalba pidió un minuto de silencio por la memoria de Ruiz Pineda, un mar de pañuelos blancos iluminó la gran concentración. Fue la expresión del voto prohibido. El pueblo se cohesionó alrededor de la figura de Jóvito. El 30 de noviembre todo el país votó por la democracia y por la libertad, en medio del terror que pudieran generar los tanques de guerra y las armaduras de los soldados que tomaban las calles. No sólo fracasó la dicta dura venezolana, fracasaron también los que desde Washington le aconsejaban que se diera ese baño de legitimidad para jugar su papel de soldado de la democracia occidental en la...

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