El poder de la empatía
Edgar Hernández es psicólogo, sociólogo y bombero voluntario. Desde cualquiera de esos tres roles, reconoce la necesidad de ser maleable a lo que el entorno emana para identificar las oportunidades. "La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y ofrecerle confianza u apoyo con palabras, gestos o acciones. Aun cuando estás ayudando a una persona durante una emergencia, lo ideal es identificarte ante ella para que sepa quién eres y mirarla a los ojos o llamarla por su nombre si es posible para que coopere mejor contigo. En líneas generales, si queremos que algo salga bien -sea una situación familiar o de pareja, un proyecto de trabajo o de país- no hay que dejar lugar para la rigidez o la incomprensión. Cuando somos más flexibles y nos acercamos más a los otros, perdemos miedo al rechazo, somos más asertivos y conseguimos soluciones más rápido".
Ser abierto y respetuoso. Carlos Pittaluga es neuropsicólogo y profesor de inteligencia emocional en el IESA. Desde su experiencia asegura que la mente es como un paracaídas; mientras más abierta, mejor funciona. "Por eso lo primero que se necesita para ser empático es tener humildad y aceptar que uno no es el dueño de la verdad, sino reconocer el derecho del otro a ver o manejar las cosas de una manera distinta. La empatía es una de esas habilidades que tiende a mejorar con la práctica. Se requiere respeto y tolerancia para iniciar un mutuo descubrimiento, porque la empatía debe ser un proceso bidireccional", explica. "Cuando se prefiere dialogar en lugar de discutir, y cuando los valores positivos de cada uno apuntalan ese esfuerzo, las ideas se fertilizan mutuamente y generan sinergia, ese beneficio superior a la suma de las partes. Eso genera prosperidad, progreso e incluso salud pública. La Universidad de Harvard realizó hace muchos años una investigación sobre un pueblito en Pennsylvania llamado Roseto que tenía índices muy bajos de eventos cardiovasculares, y que aun teniendo los mismos vicios y problemas de salud que el resto de EE UU, aparentemente debía esa ventaja a que sus ciudadanos eran muy empáticos entre sí".
Escuchar activamente. Sabrina Ayala es psicóloga y vive en España desde hace unos años. Es teleoperadora de una empresa que ofrece servicios de cable e Internet, y su trabajo es atender a quienes llaman para suspender su suscripción. "Por lo general, cuando uno quiere abandonar un servicio, lo más probable es que esté teniendo una mala experiencia con él o que por la crisis ya no lo pueda mantener. Puede ocurrir que la gente llame escéptica, desanimada o de muy mal humor; por eso lo primero que uno tiene...
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