Mis poemas son para leerlos en la tarde con whisky

Todos se van. Las despedidas son constantes en la vida. La muerte, el desamor, los desencuentros hacen que solo quede la nostalgia de quien ve al otro partir.Ricardo Ramírez Requena se adentra en esos sentimientos en su poemario Maneras de ir se . No lo hago desde el desga rramiento, sino como estoica resignación, dice el autor sobre su libro, en cuya portada parece haber un presagio: tres pájaros negros como parcas de un destino inevitable.El poema que le da título al libro demuestra esa contemplación, en este caso hacia su madre, que ve cómo sus amigas empiezan a fallecer. Entonces, las calles y rutinas empiezan a tener carencias, las de aquellas que alguna vez fueron parte de su vida. En mi caso la experiencia de la muerte ha sido vicaria.La veo con piedad y consideración. Sé que en algún momento llegará, pero siempre vale la pena luchar por vivir.Maneras de irse tiene territo rio, uno de ellos es Caracas, las calles, la congestión de Plaza Venezuela. Uno es de los espacios impregnados por el afecto/ desde el mueble al lavamanos, se lee en La vigilia. Esos lugares son los países del autor: las esquinas recorridas de la capital, sus locales, Ciudad Bolívar, las playas de Sucre; zonas recurrentes en su vida.También sucede que cono ces una ciudad y uno se siente en su elemento. Me ocurrió cuando fui a Buenos Aires, tan transitada en términos literarios, agrega.Los versos son extensos, una poesía en prosa, narrativa. Me interesaba la trasgresión. En cierta forma quise acercarme...

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