El poeta y el general

No hay nada más peligroso y triste, recurrente en la historia de América Latina, que un general o un teniente coronel ignorantón y hambriento de poder.Ni nada más peligroso para ese general, y sus asocia dos, que un poeta lúcido. Pero eso sí, debemos recordar que ni todos los generales han sido abusadores del poder, ni todos los poetas, lúcidos. El oficio de militar no es una condena. Ni el de poeta una absolución.De poetas malos, y uno que otro tramposillo que ha ya puesto sus versos al servicio de algún general cruel, están llenas las tiendas de libros viejos. En cambio ha habido generales venerados como el gigantón antifascista Charles de Gaulle, o muy queridos como Wolfang Larrazábal, convertido en civil candidato presidencial que incluso deleitaba a sus posibles votantes con canciones que acompañaba él mismo tocando cuatro.Obviamente siempre es más fácil y gra to recordar a un poeta que a un general.Es muy difícil que un poeta encabece un genocidio. Dentro de un siglo es más probable que alguien recuerde aquel verso que dice: Puedo escribir los versos más tristes esta noche, que la llamada por radio de Manden a ese excremento envuelto en un saco de papas a Cuba. El primero, ya lo sabe el lector, es Neruda, el segundo Pinochet hablando de Allende ya convertido en cadáver en el Palacio de la Moneda.Un buen ejemplo del funcionamiento de la memoria colectiva es la manera entusiasta como, al menos en el mundo occidental, se conmemoran este año los 400 años de las muertes de los grandes de la lengua inglesa y española, Shakespeare y Cervantes.Si hiciéramos un cuestionario de quiénes eran en ese momento los ministros de la Defensa en sus respectivas naciones seguro nadie lo recordaría. Primero, porque cuando los autores de Hamlet y El Quijote murieron, no había ministros de la Defensa. Y, segundo, porque todo jefe militar, salvo que haya sido un guerrero del tamaño del Mio Cid o de Napoleón, que son en realidad algo más que militares, sabe que es candidato al olvido porque su tarea, si es un demócrata serio, debe ser silenciosa. Mantener la paz. Defender la nación de amenazas. Asegurar que el monopolio de la fuerza que le corresponde al Estado sea ejercido...

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