Ponce, el delantero que saldó la deuda

Aníbal Ponce tenía bien marcado en el rostro el gesto de un padre orgulloso el martes en la tarde. Sus ojos, casi siempre vidriosos, se iluminaron de alegría cuando vio por primera vez a Andrés, su hijo, tocar suelo venezolano.Ahí, el humilde trabajador marabino recordó cómo fueron los inicios del segundo mejor goleador del campeonato Suramericano Sub 17.Una historia que no comenzó precisamente en Funda UAM, o en alguna de las escuelitas de fútbol de Maracaibo.Andrés comenzó a patear un balón conmigo desde chiquitico, a los 3 o 4 añitos, ahí en el arenal frente a la casa, en La Cañada, recordó el progenitor del joven anotador. Ahí siempre nos poníamos a jugar con la pelota, él, su hermano Jairo, y yo. En ese momento me di cuenta de que al niño le iba a gustar el fútbol, contó.Aníbal Ponce aseguró que aún está abrumado por el temprano éxito que le llegó a su hijo. En medio del vertiginoso ascenso ocasionado por el logro de la Vinotinto en el torneo regional, el zuliano rememoró que Andrés tenía al gunas cuentas pendientes en el barrio en el que se crió, que adquirió cuando apenas aprendía a patear un balón.A los vecinos no les gusta ba que jugara fútbol frente a la casa. Siempre había más de uno que se quejaba. `Ese hijo tuyo me va a romper una ventana, me va a quebrar el televisor, me va a malograr un matero’, me decían, declaró.Desde que era...

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