El pontífice en sus propias palabras

Jorge Bergoglio nunca ha dejado indiferente a nadie en sus homilías y documentos. Aquí se transcriben algunos fragmentos de los mensajes del hoy papa Francisco: En el documento Queremos ser nación, de agosto de 2001, en plena crisis económica argentina que desembocaría en el corralito Bergoglio escribió: Los obispos no pretendemos hacer un diagnóstico completo de la crisis argentina pero sí señalar algunas de las enfermedades sociales más graves que padecemos, de reflejo político y económico, pero que tienen origen moral. La primera es el endiosamiento del Estado, que parece una especie de Dios, que todo lo puede, al cual nada malo le podría pasar. Por lo tanto, se le puede pedir y exigir cualquier cosa. Ahora cunde la ideología contraria: el envilecimiento del Estado, propio del más crudo liberalismo. Alarmados por los peligros del estatismo, se procedió a vender las empresas del Estado, pero sin un diseño racional. No se tuvo suficientemente en cuenta que este es un instrumento creado para servir al bien común, y para ser el garante de la equidad y de la solidaridad del entramado social. Además, debemos reconocer otras dos en fermedades: la evasión de los impuestos, y el despilfarro de los dineros del Estado, que son dineros sudados por el pueblo.Ambas comprometen la equidad social y la justa distribución del ingreso.No nos acostumbremos. En su mensaje del Miércoles de Ceniza del 25 de febrero 2009, el Papa dijo: Hay algunos paisajes a los que nos terminamos acostumbrando de tanto verlos. El gran riesgo del acostumbramiento es la indiferencia: ya nada nos causa asombro, nos estremece, nos alegra, nos golpea, nos cuestiona. Algo así puede pasarnos con el triste paisaje que asoma cada vez con más fuerza en nuestras calles. Nos acostumbramos a ver hombres y mujeres de toda edad pidiendo o revolviendo la basura, a muchos ancianos durmiendo en las esquinas o en los umbrales de los negocios, a muchos chicos durante el invierno acostados sobre las rejillas de los tragaluces del subterráneo para que les suba algo de calor. Con el acostumbramiento viene la indiferencia: no nos interesan sus vidas, sus historias, sus necesidades ni su futuro. Cuántas veces sus miradas reclamadoras nos hi cieron bajar las nuestras para poder seguir de...

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