El pop pasó por el filo de una navaja científica

Existen dos fuerzas en constante choque. Por un lado está la de aquellos que creen en la obra que parte de la inspiración. Es un movimiento que busca preservar la libertad de quien necesita manifestarse e intenta hacerlo sin presiones. Pero la vertiente poderosa corresponde a quienes consideran que la construcción debe comenzar por el público. Lo musical se somete a un filtro de marketing que involucra, sobre todo, la utilización de patrones rítmicos y melódicos que han probado su éxito comercial. Al Consejo Superior de Inves tigaciones Científicas de España le dio por estudiar el mainstream mundial desde 1955 hasta 2010, aplicando un algoritmo a 464.411 canciones de una base de datos creada por la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. El objetivo fue descubrir hasta qué punto se han producido piezas que representen verdaderas novedades en el negocio musical. Joan Serrà y un grupo de co laboradores descubrieron el agua tibia y publicaron el hallazgo en la revista Scientific Reports: Según los patrones analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. Estos parámetros musicales son como las palabras de un texto y hemos observado que cada vez hay menos palabras diferentes. Dada una nota musical, es relativamente más fácil predecir cuál será la siguiente en una canción actual. De acuerdo con Serrà , reali zar el mismo estudio, sin instrumento científico y con grupos de personas escuchando los temas, hubiera tomado 16 años, si pudieran estar como el mono vigilante de Toy Story 3, trabajando los 365 días del año y las 24 horas del día. A propósito del informe di vulgado por El País, el crítico del mismo diario español Javier Sampedro cuenta que un día, entre la cocina y la sala, descubrió que las melodías de It?s Only Love Help, 1965 y Being the Benefit of Mr. Kite de Sgt. Pepper?s Lonely Hearts Club Band, 1967, ambas de The Beatles, eran básicamente la misma. En medio de la sorpresa, se hizo tres preguntas: ¿Habría descubierto esa relación el algoritmo del Consejo de Investigaciones Científicas? No. Segunda: ¿lo llegará a descubrir un día algún algoritmo más refinado? Por supuesto que sí. Tercera: ¿y qué? Quiero decir, ¿habrá cambiado en algo nuestra percepción de los Beatles Âo mi beatlemanía cuando llegue ese día y el algoritmo pille in fraganti a John Lennon? La respuesta es no. La primera seguirá siendo una canción desesperada de amor ... y la segunda seguirá sonando...

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