Posibles públicos

Los públicos de la danza suelen ser un enigma. Su valor no se determi na mediante mediciones cuantitativas, que pueden ser meramente fortuitas y no siempre verifican la verdadera calidad del es pectador. Se anhelan públicos nutridos, por sobre los educados o siquiera sensibilizados, olvidando, tal vez, que no hay audiencia irrelevante por escasa, numéricamente hablando, que esta sea. Las audiencias minoritarias terminan convirtiéndose en partícipes de un ritual intimista de profunda empatía entre ellos, mientras que las masivas sugieren fanatismo y también dispersión.Preocupa, quizás en exceso, la cantidad del público y, en menor medida, la cualidad del mismo. Todavía con frecuencia se cuentan uno a uno los posibles espectadores, especialmente los interesados en las tendencias de la danza contemporánea, pero poco se actúa en relación con su estimulación, hecho determinante en su fortalecimiento y expansión. De poco vale una eventual convocatoria a un acto escénico si no se promueve la apreciación racional de lo que se ve.Se especula sobre la desconexión entre los códigos de la danza experimental, tenidos como herméticos e impenetrables, y se responsabiliza al propio creador de tal situación. Los públicos, minoritarios o no, constituyen la razón verdadera de una obra del arte representativo. Algunas requieren de auditorios reducidos por sus mismas características conceptuales y formales, antes que de grandes masas expectantes.Habría que diferenciar entre quien aprecia el hecho de la danza desde la butaca de una sala teatral, dentro de un espacio no convencional o desde su condición de peatón sorprendido. El primero suele ser estimulado y cautivo, mientras que los segundos, espontáneos y...

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