Potencias emergentes ponen a prueba su competitividad

Las potencias emergentes han tomado los grandes eventos deportivos como una ventana para demostrar que el crecimiento económico no es el único aspecto en que pueden competir con las naciones desarrolladas, pero la apuesta no siempre ha resultado tan exitosa en el ámbito interno, como demuestran las protestas que hubo en Brasil contra el campeonato mundial de fútbol que termina hoy.Para el Comité Olímpico In ternacional y la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol el atractivo de los mercados emergentes es evidente. La mayoría de los torneos recientes ha sido en estos países: China organizó las olimpiadas de 2008; Suráfrica, el mundial de 2010; Rusia, las olimpiadas de invierno de 2014 y Brasil, el mundial. Estos dos últimos repetirán: Brasil tendrá las olimpiadas en 2016 y Rusia el mundial en 2018.Para los gobier nos de las naciones emergentes también resulta atractivo. Estamos en un nuevo orden mundial policéntrico y eso se expresa en muchos ámbitos: arte, ciencia, economía, tecnología. El deporte, además, es muy importante porque se ha convertido en una herramienta diplomática. La organización de estos eventos da prestigio y reconocimiento, afirma el internacionalista Julio César Pineda.El sociólogo Fernando Se gura, del Centro de Investigación y Docencia Económica de México y la Fundación Getulio Vargas de Brasil, agrega que la organización de eventos como los mundiales de fútbol y las olimpiadas permite a potencias emergentes aparecer en la escena mediática global con un papel protagónico desde los años de preparación.Da muchísima visibilidad. Los reflectores se enfocan hacia el país.Descontento ciudadano. Pa ra los habitantes de estos países, sin embargo, la ganancia no está tan clara. En el caso de los manifestantes en Brasil, el reclamo era contundente: los 13,7 millardos de dólares que el gobierno invirtió en la construcción de estadios y el mejoramiento de infraestructuras pudieron haberse usado para asuntos más prioritarios como educación, salud y transporte público.No queremos mundial, que remos salud y educación, fue una de las consignas más repetidas durante las protestas. Las sospechas de que los gastos aumentaron por la corrupción alimentaron las manifestaciones en contra de la organización del torneo. Por ejemplo, el costo de construir el estadio de Brasilia se triplicó hasta 900 millones de dólares por las facturas falsas, denunció la prensa brasileña.El reclamo cobra más sentido al saber que varios de los...

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