El precio de la ficción

El domingo pasado, en el programa de José Vicente Rangel, el ministro Rafael Ramírez ofreció una confesión extraordinaria que, sin embargo, no tuvo demasiadas consecuencias. Fue un striptease de lujo. Daba para el escándalo y la indignación en todos los bandos, para la reunificación del país con una caída múltiple de todas las quijadas. Ante el inevitable tema de Cadivi, el superfuncionario explicó la tragedia nacional de esta manera: Lo que estaba sucediendo antes es que veíamos cuántas divisas teníamos pero su utilización estaba sin una planificación, no quiero decir ni siquiera adecuada sino que no existía planificación. De inmediato, con gran espíritu periodístico y ninguna complacencia, Rangel ripostó: En este momento, ¿ya hay divisas suficientes?. Y toda la audiencia, aun con las mandíbulas en el suelo, se preguntó qué tienen que ver las nalgas con las pestañas.Pero ni siquiera de esa ma nera el periodista pudo salvarlo. Ya el daño estaba escrito. El vicepresidente del Área Económica del país nos dijo que el gobierno lleva más de diez años repartiendo miles de millones de dólares sin ningún diseño, sin proyecto y, por tanto, sin ningún tipo de control.Es probablemente la confidencia más impúdica que ha hecho el oficialismo en los últimos tiempos. Porque no solo reconoció la responsabilidad criminal del gobierno en el manejo de los dineros públicos, sino que además lanzó un dardo sobre la fantasía revolucionaria. Le abrió un agujero a lo que tal vez sea el programa oficial más eficiente y exitoso: la propaganda.Con dos frases, Ramírez es pichó la guerra económica.Olvídense del imperio y de la burguesía, camaradas. Eso de la agresión salvaje del salvaje capitalismo es puro cuento.No planificamos nada. Malbaratamos esos reales, compadre, ¿qué vamos a hacer? Hay que mirar pa’lante y seguir.Eso es todo. Más o menos, en el idioma de a pie, eso nos dijo el responsable de la economía del país. Y no pasó nada. Solo fue una revelación involuntaria en un programa sin rating.Ese es el destino de la verdad en estos días: ser un pequeño accidente. Un exabrupto.¿Cuál es el precio de la fic ción? ¿Cómo se financia el nuevo orden simbólico...

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