El precio de la fantasía

Una mujer camina por la calle con cara de angustia, mirando hacia todos lados. Carga un bebé dormido en el brazo izquierdo. Su mano derecha alza un récipe médico. No quiere plata. Solo quiere que alguien le compre unos remedios. El problema no es solo encontrar lo que se busca. Después viene la tragedia de no tener con qué pagarlo. Poco a poco, lentamente, quizás todos terminemos ejerciendo alguna forma de mendicidad.Para los que tenemos la ima ginación económica corta, esta mujer es un dato puntual, una cifra matemática que se ha fugado de los exitosos informes del gobierno. Nos dicen PIB y pensamos en ella. O en otro caso. Cada vez son más, cada vez están más cerca o ya se han instalado en nuestras propias vidas. No hay discurso más contundente que la quincena que no alcanza. No hay estadística más exacta que llevarse la mano a la cartera y encontrar el vacío.Chávez elaboró una nueva narrativa nacional resucitando la certeza de que somos un país rico, uno de los países más ricos del mundo. Le propuso a la nación la idea de que la riqueza no había que producirla, que ya estaba aquí, navegando, fluyendo entre nosotros. Que lo único que hacía falta era saber administrarla, distribuirla, repartirla con mayor justicia. Terminó creyendo que la historia del país y su historia personal eran la misma aventura. Gozó de todos los favores del Estado mientras decía que ser rico es malo. Lo mismo podrían repetir sus hijas ahora, todavía ins taladas en La Casona.Sin embargo, en medio de la ilusión, de estos 15 años prometiendo un cielo socialista lleno de bienestar y prosperidad, de pronto aparece ahora la economía a aguarnos la fiesta. Aquello que durante tantos años vaticinaron algunos especialistas y académicos por fin y por desgracia está aquí. Llegó la inflación y mandó a parar.El discurso oficial con respec to a la crisis económica ha variado más que el dólar negro.Chávez garantizaba sobre todo una retórica única, que se reproducía con rigor industrial en todos sus funcionarios y seguidores. Ahora, la multiplicidad de voces solo parece producir una coral que aumenta la confusión. El argumento de la famosa guerra...

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