La pregunta de Miguel Ángel Campos

Tengo el privilegio de Miguel Ángel Campos. Debo añadir: el privilegio de ser su lector. Leerlo es escoger el desasosiego. Es introducirse en un pensamiento desprovisto de comodidades: ni edulcorantes, ni lugares comunes, ni conformismos. Vaya el lector al ensayo que publicamos hoy en la sección web del Papel Literario , ¿A quién espe ramos?, y habrá de confrontarse con ese modo suyo de ejercer las facultades del pensamiento crítico. De asumir las consecuencias del pensar.Anotaré aquí lo que tantas veces he comentado en privado: su obra apenas ha sido difundida como habría sido prudente. Campos es lo opuesto al parlanchín en auge. Ajeno a la banalidad recurrente de los que se jactan de modelar la opinión venezolana. Una vida dedicada a investigar y pensar nació en Motatán, Trujillo, en 1955, ha derivado en una realidad excepcional: ha creado su propio territorio de pensamiento. Un paisaje mental inclasificable donde concurren la historia de Venezuela, la revisión de las mentalidades, los discursos literarios y extra-literarios, la visiones sociológicas y, me atrevo a decirlo, un conocimiento sensible de las ilusiones y desilusiones que han sido el signo desde el inicio del XIX a este tiempo. En ese terreno único ha ocurrido lo inevitable: se las ha visto con las ideas de los grandes intér pretes venezolanos. Sus libros son, en alguna medida, un tenso intercambio con Julio César Salas, Mariano Picón-Salas, Arturo Úslar Pietri, Mario...

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