El preso desaparecido de la PGV

Desde 2010, cada 7 de septiembre los Guerrero Lárez asisten al funeral del mayor de la familia, Francisco Dionel, aunque su cadáver aún no ha sido hallado. Su padre tiene la certeza de que su hijo está muerto. Ayer repitieron el duelo. Un día después de la última visita que le hizo, el sábado 6 de septiembre de 2009, Francisco Dionel Guerrero Lárez, que ahora tendría 41 años de edad, desapareció de la Penitenciaría General de Venezuela, en San Juan de los Morros.Desde la conserjería de un edi ficio en Caracas de la que está encargado, Francisco Guerrero habla en pasado de su hijo mayor. No puede ocultar el dolor que lo embarga cuando narra la vida de Francisco Dionel, que era vendedor informal en La Hoyada. Tenía dos hijos y esposa.Guerrero Lárez fue sentencia do a 13 años de prisión por un robo cometido en la estación Petare del Metro de Caracas. Despojaron a la víctima de un reloj y de 337 bolívares. Antes de ser trasladado a la PGV, donde estuvo 8 meses, pasó por el retén de La Planta y Tocorón. Al cumplir los 3 años y medio de la condena su papá había comenzado a hacer las diligencias para que obtuviera un benefi cio procesal.Cada sábado Guerrero visita ba a su hijo para llevarle comida preparada y víveres, además le entregaba unos 200 bolívares para pagar la causa, monto que deben cancelar semanalmente al líder del penal. El 6 de septiembre de 2009, la última vez que lo vio, no notó nada extraño en su hijo y él tampoco le dijo que tuviera problemas .La orden de un pran.El lunes después de esa última visita una llamada telefónica anónima sembró la angustia en la familia Guerrero Lárez. A un hermano de Francisco Dionel le informaron que lo habían matado y enterrado en la PGV.De inmediato, el padre se tras ladó al penal para pedir que le entregaran el cadáver de su hijo, pero un ofi cial de la GNB y el director de la cárcel respondieron que el preso se había fugado.La PGV, construida por Marcos Pérez Jiménez, tiene medidas de seguridad extremas que impiden la evasión. Una cerca perimetral electrifi cada que rodea el penal y garitas con funcionarios la GNB la resguardan. Los pocos presos que han logrado fugarse de esa cárcel, una de las más violentas del país, lo han hecho por la puerta. Así ocurrió en 1985 cuando Luis Posada Carriles, detenido por la voladura del avión DC 8 de Cubana de Aviación, salió de la PGV en un Ford Granada, conducido por Samuel Méndez Lozada, jefe de la Sala de Castigo de esa prisión. Por eso, Guerrero duda de la...

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