Presupuesto militar

El presupuesto de 2012 se puede resumir en una sola frase en la que se le dice a los venezolanos: "Te voy a comprar un fusil". Aunque suene esotérico, es fácil de explicar. Mediante el cálculo del precio del petróleo a una escala ridícula, correspondiente a la mitad de lo que cualquier pronóstico serio recomendaría, se reducen los ingresos ordinarios y se les rebaja a estados y municipios las transferencias que por ley debe hacer el Gobierno central. Eso significa que los gobiernos andinos, llaneros, centrales y orientales, electos por el pueblo, tendrán menos recursos para satisfacer las necesidades de la población a lo largo y ancho de la geografía nacional. Los gobernadores y alcaldes no podrán financiar las escuelas, dispensarios y obras públicas que demandan en cada caso las comunidades que los eligieron. O, lo que es casi lo mismo, que el Gobierno central se quedará con la mayoría de los recursos provenientes de nuestra principal riqueza y los utilizará para lo que le venga en gana. Bien sea para financiar la campaña electoral o para, como en años anteriores, regalarlos en el extranjero, dedicarlos a proyectos inútiles o desviarlos a cuentas en Suiza, Irán o Libia.

Uno de los principales destinos de esa utilización arbitraria de los dineros que se le escamotean al pueblo, al cual no le alcanzan los reales para comprar comida, es el gasto militar. Lo que pudiera alimentar a la población se utiliza en la compra de fusiles, tanques, helicópteros y en la construcción de una inconclusa fábricas de armas. Pareciera que el objetivo oficial, más...

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