Procesos

No existe obra sin proceso. Se trata de un tiempo privado de explo ración y creación cumplido por sus factores intervinientes, hasta el momento de convertirse en algo tangible, aunque nunca defi nitivo. Es un ámbito oculto y en principio ajeno a terceros, quienes deberán esperar una primera concreción a fin de cumplir con su esencial misión contemplativa. En las artes escénicas, hasta hace poco, el proceso de una obra correspondía a una dimensión infranqueable, celosamente preservada por el creador, que podía llegar a sentirse dubitativo y vulnerable. La danza, ese universo de ideas, cuerpos y sensibilidades, ha procurado siempre preservar su cotidianidad creativa. Sin embargo, las nuevas visiones de ella fortalecen su condición colectiva por sobre las necesidades particulares, haciendo al público participe en algu nas de las etapas de ese camino generador. Los llamados trabajos en proceso tienen por base la concepción de obra abierta, por su acceso y visibilidad a las potenciales audiencias en los momentos previos a su primera configuración sobre el escenario. La instauración de esta modalidad, que más que a un espíritu en boga obedeció a intensas motivaciones por compartir lo que en un principio ha sido siempre una experiencia solitaria, se inició cuando la danza artística fue abandonando sus impulsos celebratorios y festivos, así como su énfasis prioritario en lo formal, para privilegiar las reflexiones sobre el cuerpo expresivo. La danza contemporánea venezolana ha entrado también dentro de la dinámica descrita, abriéndose cada vez mayores espacios de acceso, algunos más cautelosos que otros, a las íntimas experiencias de los creadores, antes un coto cerrado...

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