Provocaciones

Entre las "proezas" de la revolución que gracias, según algunos, a la antipolítica se concretó con el ascenso al poder del golpista devenido en héroe y cuya desaparición ha precipitado un proceso electoral, habría que destacar la destrucción institucional no para refundar la República, como se dijo, sino para adueñarse de ella y disponer a discreción de sus recursos en beneficio de un grupo de aventureros y revanchistas.

Que esta gente se siente dueña absoluta del país lo demuestra su falso dominio político. Fanfarronean como redentores en barrios, caseríos y, en general, en cualquier núcleo urbano o rural donde se asienten la penuria y la indigencia para, mediante la dádiva asistencial, obtener a cambio los votos de sus pobladores y proclamar, como cruzados y señores feudales, su dominio sobre el predio "conquistado".

Tal cual lo hace un perro, marcan sus territorios para ladrarle al enemigo que se abstenga de penetrar en ellos so pena de ser objetos de la ira y la violencia de inciviles y matones tarifados.

Se creen amos absolutos de la nación y de sus bienes. Ejemplo de ello lo constituye el insolente twit enviado por el ministro de Turismo, Alejandro Fleming, para que los gerentes de Venetur hagan contraloría social e impidan que "la derecha se hospede en los hoteles o contrate con ellos". Es decir, como en tiempos ya muy remotos, Venetur se ampara en el "derecho de admisión", un derecho que no es tal y, por inconstitucional, fue eliminado cuando Diego Arria estaba al frente de Corpoturismo. Igual ocurría en Cuba cuando Fidel ordenó que los cubanos no debieran entrar en los hoteles de lujo, y más si eran negros. Raúl eliminó semejante bajeza.

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