Pueblo y cambio

La gran sorpresa para el Gobierno bolivariano en estas primarias para escoger el candidato que represente a la oposición en su conjunto es que, esta vez, no le funcionó la estrategia del miedo y de represalia posterior contra aquellos sectores populares que concurrieran a expresar sus deseos de cambio en los sitios de votación. Con mucha cautela, los organizadores de las primarias permitieron que quienes acudieran a votar no mojaran su dedo en tinta indeleble, para impedir que la maquinaria represiva de militares rojitos y civiles parapoliciales, así como los delatores del PSUV en los ministerios y empresas del Estado, pudiera ejercer represalias contra aquellos trabajadores y empleados que desean un cambio.

Esta siniestra telaraña de policías, militares rojitos, esbirros del PSUV (como la Seguridad Nacional, la tenebrosa policía del dictador Pérez Jiménez) se vio desbordada por la masiva afluencia de electores que, sin sentir miedo, acudieron a depositar su voto y a escoger su candidato para lograr un cambio de rumbo. En las filas de los que esperaban para ejercer su derecho a escoger libremente quién los representará en los comicios presidenciales, y en los de alcaldes y gobernadores, se observaba mucha gente que, de alguna manera, confió en el Presidente de la República y que hoy no sólo se siente defraudada, sino que expresa de viva voz su convencimiento de que su tiempo se le acabó, que sus promesas son un saco de palabras que se han ido pudriendo en los depósitos de la demagogia.

Cuando los periodistas reportan la respuesta de la gente del pueblo: "Ya está, se le acabó...

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