El pueblo según Dieterich

Heinz Dietirich rescataría algún respeto y credibilidad si empezara por explicar cómo era su contrato de asesoría con Chávez.En qué consistían sus servicios.Cuáles fueron sus recomendaciones. Cuánta es su responsabilidad en el diseño del socialismo del siglo XXI. Qué medidas fueron tomadas a la luz de sus consejos.Qué parte de la realidad venezolana es de su cosecha. Qué porción de la tragedia venezolana puede atribuírsele. Cuántos de los castigos que estamos padeciendo día a día fueron concebidos por él en su tranquilo gabinete de mentor de tiranos. Y, desde luego, algo contribuiría al esclarecimiento de su papel la revelación del monto de sus honorarios, así como la moneda en que le eran cancelados esto, a partir del hecho de que los salarios de los apátridas venezolanos son en bolívares, exclusivamente. Una vez aclarado todo esto, sería conveniente establecer hasta qué día, exactamente, le llegaron las mesadas; si hubo correspondencia con la dupla Maduro/Cabello para que ellos le prolongaran la manguangua; y si Wilmer Castro Soteldo ya ha pedido las tarifas para apuntarse al servicio sospecha a la que ha dado pie el propio consultor, al referirse a este militar como la excepción honesta y que tiene méritos en la conducción de ese proceso, y el indicado para que hable con los dos que gobiernan y les advierta que están conduciendo el Titanic.Como tantos otros tributarios a la debacle venezolana, Heinz Dieterich está tratando ahora de poner su marca en lejía, a ver si salva algún prestigio del paisaje lunar al que ha sido reducido el pobre país de cuyo botín se apresuró a triscar. Como tantos otros, no tiene el coraje y la honestidad de reconocer que se equivocó; que él forma parte de esa izquierda que se pasó la vida denostando de los militares para terminar arrodillado ante el culto a Chávez, finalmente un sátrapa militarista más, que carecía de la más mínima formación y tenía un profundo desprecio por la institucionalidad y las leyes; que el supuesto carisma que los hechizó no era más que un síntoma en la psiquis de los seducidos y la prueba es que mucha gente jamás percibió ningún atractivo mágico en Chávez y que no vio en él más que un sargentón primitivo, sin sentido del ridículo e irresponsable hasta extremos galácticos.En vez de eso, Dieterich opta por una...

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