Se quema el Ávila

Los incendios en el Ávila, que la ciudad atestigua con impotencia y horror, son usualmente provocados y tienen su origen en la inmensa cantidad de vidrio y otras basuras que, combinados con la fuerte sequía y el sol, encienden la vegetación allí reseca. Según las autoridades, existen piromaniacos que actúan por mero placer y, por esta época, se dedican a incentivar los focos de incendio.

La situación se agudiza por la desprofesionalización de Inparques y su alejamiento de lo que debiera guiar su actividad y misión.

El sectarismo político alejó del Ávila y de Inparques los conocimientos y experiencia de quienes saben de esa particular especialidad que es conservar un parque nacional de montaña, con vegetación y cursos de agua, con ciclos naturales propios de esta región tropical, y con procesos ecológicos que dialogan con la populosa ciudad construida en sus faldas. De eso hay que saber para poder evitar que se incendie el cerro.

Quizás por ese sectarismo, o por la desconfianza que este Gobierno tiene hacia los ciudadanos, quienes hoy dirigen Inparques y manejan el Ávila eliminaron la participación que otrora tenían los grupos de voluntarios que prestaban un significativo servicio a la conservación del Guaraira Repano, a la prevención de incendios y al combate de estos, y hasta a la búsqueda y salvamento cuando era necesario.

Limitaron la participación ciudadana en esas tareas y no saben cómo tomar decisiones y administrar el cerro para evitar catástrofes. Son neófitos, pero estos sectarios tienen el peor de los defectos: no se dejan ayudar por los que saben.

Conocer el...

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