Quieto y fuera

Mi amigo no es un creyente. No va a misa ni les prende velas a los san tos. Se ha declarado ateo y no pierde oportunidad para indagar en la historia los grandes desaciertos de los rezanderos organizados en iglesias o de manera tribal. A veces la coge con Torquemada y con su irracional disposición a llevar a la hoguera a los herejes y marranos; o con su costumbre de rebuscar entre las cenizas de los achicharrados como si intentara encontrar un mensaje o una clave.Se conoce poco sobre la San ta Inquisición en América, pero son muchos los estropicios cometidos a lo largo y ancho del continente. La convivencia aconseja no desenterrarlos.Fue un momento oscuro de la humanidad, del florecimiento de la sinrazón en el nombre de la voluntad de Dios. Superado ese mal paso, otros, con idéntica maldad y apoyados en verdades que consideran tan irrefutables como las que defendían las hordas inquisitoriales, trajeron también sangre, sufrimiento y miseria.Hitler, a quien se lee poco pero se imita mucho en estas veredas del planeta, escribió en Mi lucha que la fundación o destrucción de una religión era un hecho más trascendental que la fundación o destrucción de un Estado o de un partido.Si ponemos atención a su obra, su intención fue imponer una nueva religión.La digresión viene a cuen to no solo porque empiezan a difundirse supuestos...

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