La radiotelevisión pública no es de Chávez

Hubo un tiempo, nefasto, en que la oposición decidió automutilarse por abs tención; regaló al déspota seis años de Asamblea, todos para él y sus yes-men, y le facilitó acelerar su proyecto dictatorial con zarpazo final de Ley Habilitante. Luego, fue vivamente sugerido que no se escogiera a los asambleístas a la vieja usanza, entre cuadros meritorios de partidos, sino enviar al Congreso la élite del país pensante capaz de iniciar con brillo el re torno a la razón y la democracia en 2012. Se impuso la vieja usanza, no hay brillo en el Capitolio y se nos informa ahora que 46,1% de quienes debían entregarse a dedicación exclusiva a la magna tarea anda en precampaña para carguitos estadales y municipales. ¡Presagios de mal agüero! Así, sólo queda esperar que Chávez Âquien anda metido en una colosal compra de votos a cambio de casitas y neveras caiga por autogol. Tres veces nos previno que el pueblo o sea él y sus huestes no aceptarán una victoria de la oposición, y tres microgolpes dio para guardar el poder: arrebató diez diputados a la oposición modificando los circuitos electorales, uno muy canallesco al alcalde Ledezma, y el de la dictatorial Ley Habi litante parida en horas. Súmese el artículo 67 de la Constitución que prohíbe al Estado financiar partidos, la demonización de quienes ejercen heroicamente la libre comunicación y la hegemónica confiscación de todos los medios públicos; la disidencia corre el riesgo de quedar medio paralizada y muda. Libertad de expresión es una fórmula dieciochesca que puede encubrir hasta su contrario y que los dictadores adoran; entre expresarse libremente con el vecino de casa y expresarse libremente en cadena nacional hay un abismo de libertad. Chávez nos ha arrebatado la verdadera libertad de nuestro siglo, la de comunicar por todos los medios. La tolera en medios de bajo alcance, pero secues tró para un uso personalísimo e ideológico la entera radiotelevisión de servicio público, un bien republicano, y liquidó en ella el pluralismo constitucional. Ese hegemonismo es el peor atentado a la libertad de comunicar de la oposición, pues excluye la sacrosanta par condicio...

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