La raíz del mal

Las declaraciones del ex magistrado Eladio Aponte Aponte sobre la intromisión del Ejecutivo en el sistema de justicia venezolano, la manipulación de casos Âalgunos para beneficiar a oficiales y per sonas relacionadas con el tráfico de drogas dan pie para entender parte de lo que nos ha ocurrido en materia de inseguridad. El hecho Âconfesado por quien dirigía la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia de que en algunos casos recibió desde arriba instrucciones para proceder, acabando con la independencia del poder judicial, creó un modelo, un patrón de conducta perverso que seguramente se multiplicó en otros casos que carecían del aspecto político. Según ese esquema, ya no se trataba de hacer justicia o de castigar a delincuentes. La pregunta para esos jueces, fiscales y funcionarios que siguieron ese patrón de conducta era simplemente: Ajá, ¿y qué gano yo en este caso?. Poner el poder judicial al servicio de un interés político permeó en la generalidad del sistema, privando ahora los intereses y beneficios personales. A esos jueces, fiscales y funcionarios sólo le interesaban los casos en los que había billete de por medio, dedicando, cuando se llegaba a un acuerdo , todo su esfuerzo y energía para sacarlos prontamente. Este modelo de acción puede ser un factor que explicaría 92 % de la impunidad. La situación del Poder Judicial que evidenció la patética confesión del ex magis trado Aponte simplemente confirma lo que otras personas e instituciones venían señalando. El 18 de junio de 2011, el fallecido jurista Carlos Escarrá Âen ese momento diputado a la Asamblea Nacional y vocero de la coordinación judicial del PSUV señaló en un encuentro regional de abogados realizado en el estado Carabobo: Aquí hay mafias entre policías, fiscales y jueces...

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