Realidad, ¿dónde estás?

Sí hay diferencias. Aunque Colombia y Venezuela compartan historia y fron teras, aunque cada vez sea más común el intercambio de modismos en el habla cotidiana del bogotano y el caraqueño, aunque en am bos países se baile joropo, las películas que se vieron en el primer Festival Binacional de Cine Colombia/Venezuela, que finalizó ayer, son la confirmación de que los realizadores de uno y otro lado andan en sus propias búsquedas, tienen sus propias obsesiones y urgencias. Las cintas de la nación vecina que participaron en la muestra competitiva marcan Âsin llegar a establecer directrices inamovibles una tendencia del cine colombiano a, en primer término, no despegar la mirada de las consecuencias de la violencia social y política en la que ha vivido Colombia desde hace décadas. Filmes como Retratos en un mar de mentiras de Carlos Gaviria, la excelente Todos tus muertos de Carlos Mon tero, la oscura La sangre y la lluvia de Jorge Navas y la hermosa Los colores de la montaña de Carlos César Arbeláez se aproximan al fenómeno desde distintas ópticas. La de Gaviria, por ejemplo, habla de una joven desplazada por la guerra que hasta que no regresa a su pueblo, a la casa en la que fue asesinada su familia, no podrá conjurar los fantasmas que la atemorizan hasta anularla. Todos tus muertos, sin em bargo, recurre al humor más amargo y corrosivo, así como al simbolismo, para denunciar a los responsa bles de aquellas víctimas mortales no de la guerrilla o del paramilitarismo, sino del fragor político-electorero desprovisto de toda humanidad. Mientras, la visión de la violencia esgrimida por Arbeláez en Los colores de la montaña enfrenta la ino cencia de un grupo de niños, fanáticos del fútbol, al peligro de las bombas antipersonales desperdigadas en algunos de los...

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