Una realidad bicéfala

Desde finales de los años ochenta, en Venezuela viene desarrollándose un interesante proceso que ha hecho complejas sus formas organizativas de participación social y política. A partir de 1988 se expandie ron en el país las organizaciones vinculadas a la defensa de los derechos humanos, la veeduría electoral o la defensa del voto. Un saludable rasgo que, ciertamente, conoció un apreciable matiz en la década pasada, lustro en el cual nacieron y se consolidaron, al menos parcialmente, los movimientos de pobladores o los comités de tierra y salud. Antes se hablaba de las asociaciones de vecinos y sociedad civil. De un tiempo para acá, el gobierno habla de consejos comunales y pueblo organizado. Pueblo-masa o sociedad or ganizada, lo cierto es que la sociedad venezolana le nació un tejido intermedio en el camino entre el fuero doméstico de los ciudadanos y los intereses de partidos políticos. A partir de entonces se hizo posible pertenecer a formaciones para darle cabida a aspiraciones específicas el single issue que plantea Anthny Giddens en La Tercera Vía, una renovación de la socialdemocracia sin tener, necesariamente, que comprometer la autonomía personal en el pantano de la disciplina partidista. A mi manera de ver, la cir cunstancia que gloso le ha dado, por ejemplo, un enorme vigor a la contraloría que ejerce la ciudadanía sobre temas fundamentales en el desarrollo de las sociedades civilizadas, como el de los derechos humanos. La sensibilidad que exis te en este momento sobre el tema en la opinión pública es infinitamente superior que...

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