La rebelión poética de los que suben a la red

Salvo honrosas excepciones, enfrascados como están en cosas importantes, la ineficiencia de los políticos para promocionar los valores culturales de sus propios países es prácticamente lugar común a lo largo y ancho del globo. A veces pareciera que bailes, cantos, gastronomía y poetas fuesen para quienes tienen en sus manos los hilos del poder meros actos de fin de curso para engalanar sus mítines y reuniones de rueda de negocio. Ante cada crisis económica, los mismos causantes del entuerto suelen reducir el presupuesto de cultura antes que el de defensa o el de sus viajes para hacer alianzas de todo, menos de museos. Los subestimo, entre muchas otras cosas, por ello. Los subestimo porque mantienen un estilo de gobierno movidos por la inercia, y han dejado de comprender que el mundo está cambiando. Ellos siguen contando reservas y kilómetros cuadrados mientras que el mundo está contando palabras. Los de a pie, las víctimas cotidianas de los que hacen las cosas importantes, de los daños colaterales de sus planes de nación, nos mantenemos en permanente rebelión. Escribiendo sin parar. Publicando sin parar. Dejando en binario lo que pensamos. Convirtiendo en bits nuestra cultura. Lo hacemos desde blogs, desde Twitter, desde Facebook, subiendo videos a Youtube o fotos a Instagram. Estoy seguro de que si se hiciera un análisis de lo que la gente está subiendo o comentando en esas redes nos sorprenderíamos del inmenso peso que tiene nuestra cultura. Es lógico. Queremos mostrarle a los demás lo que somos, y lo que somos es lo que comemos, los cantos que nos gustan, las letras que nos hacen suspirar, el paisaje que nos arropa. Por cada foto de un evento político o militar subida a la red hay miles de fotos de lo que la gente está comiendo, del libro que están leyendo, del concierto al que asistieron. Quiero creer, necesito creer, que estamos entrando en la era de la humanidad en la que el peso de lo intangible comienza a cambiar la aguja de la balanza que marca lo que consideramos patrimonio. De allí la importancia de que cada uno de nosotros escriba y publique sin parar. Asegurémonos de que cada vez que alguien coloque el nombre de nuestro país en un buscador de Internet sea nuestra cultura la que aparezca de primera en los motores de búsqueda. Arrin conemos las sandeces en la siguiente página, la que nunca consultamos. Lo...

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