Reconciliarnos con los orígenes

Las instituciones audiovisuales de Venezuela son el fruto del trabajo abnegado de una serie de ciudadanos ejemplares como Margot Benacerraf, cuyo legado audiovisual se proyecta en obras maes tras de la talla de la Cinemateca, Araya y la nueva Videoteca de la UCV. La historia de la cultura fílmica del país permanece ligada a la impronta de hombres y mujeres de trayectoria insigne. Invitamos a las generaciones de relevo a descubrirlos para fortalecer la memoria de cara al futuro. Desconocer el pasado conduce a la desorientación del presente. En tal sentido, el estreno de El misterio de las lagunas viene a recuperar a otra figura esencial del patio criollo, Atahualpa Lichy, infatigable defensor del séptimo arte. Fue discípulo de los grandes y desempeñó una ardua labor al frente de la curaduría de los princi pales festivales del mundo. Produjo títulos cardinales de la oferta contemporánea de América Latina: Bolívar soy yo y El crimen del pa dre Amaro. Por último, em prendió con rigor la faceta de realizador al plasmar el guión de Río negro, su galardonada ópera prima en ficción. Dos décadas nos separan de ella. Un hiato en el que el director destinó su tiempo a cultivar los demás oficios vinculados con el espectro de las imágenes en movimiento. Por tanto, el lanzamiento de El misterio de las lagunas en 2012 su pone un feliz reencuentro con la carrera del autor vernáculo, antes preocupado por el desarrollo del drama con actores profesionales, hoy interesado por el registro de la realidad singular de los páramos, a la luz de la sensibilidad digital. El cambio de formato asienta la lúcida madurez de su enfoque y profundiza el tratamiento documental de su puesta en escena, signada por el espíritu...

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