La recta final

Es previsible que en la recta final de la campaña electoral, Hugo Chávez, como de cos tumbre, se transmute, cambie la expresión, tanto facial como de contenido y convierta la escena en una apoteosis de la zafiedad, de la afrenta y del vejamen hacia su adversario. Piensa que su ferocidad verbal aniquilará las posibilidades de triunfo del candidato de la unidad democrática, Henrique Capriles Radonski, y podrá impedir que se le escape un poder que cree de su propiedad personal. Chávez se muestra desafo rado y desesperado por la tragedia de Amuay, que dejó en evidencia la magnitud de su incapacidad para afrontar esa y otras debacles, como las inundaciones que colapsaron la infraestructura vial en el país; la masacre no reconocida ni negada de los yanomamis en el Alto Orinoco; la inseguridad y la violencia en las cárceles, su incapacidad para desarmar a la población penal al tiempo que engaña haciendo creer que está enfrentado al crimen, cuando es evidente que el hampa común es su primera aliada. Como saben que el estrepi toso fracaso de la revolución bolivariana será determinante en el resultado de las elecciones del 7 de octubre, ejecutan tácticas psicosociales para crear con el aparato propagandístico del Gobierno una burda ficción del país, una realidad alterna para mostrar al mandatario como el más preocupado por los pobres y a su gobierno como el que más obras sociales genera. Su único talón de Aquiles es una oposición integrada por golpistas, oligarcas, burgueses, violentistas, responsables de todos los males habidos y por haber. En su apremiante afán de vituperar a la oposición democrática y pulverizar a su candidato, diseñan junto con asesores extranjeros muy bien pagados un plan perverso para salvar responsabilidades y evitar consecuencias penales en las atroces muertes de Amuay e incriminar a gente de la...

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