Recuerdos de amor y de política renacen en los asientos de un taxi

Los primeros tiros que Cayito Aponte escuchó en su vida fueron los que se hicieron la noche del golpe de Estado al gobierno de Isaías Medina Angarita, a finales de 1945. Yo soy de La Victoria y nos acabábamos de mudar a Caracas, a una casita que había comprado mi papá en Artigas. ¡Y se forma aquel zaperoco, pana! La casa quedaba entre el cuartel San Carlos y la Escuela Militar. Una cosa inolvidable, recuerda. El tenor y comediante de 78 años de edad repasará de nuevo las anécdotas de esos días, y las de la dictadura que vino después, pero a través de la historia de Rubén Sarmiento, un taxista asmático y simpaticón que vivió el amor con cada rincón de su cuerpo. Los taxistas también tienen su corazoncito, una pieza escrita por Néstor Caballero Premio Nacional de Teatro 2011-2012, se presentará a partir del viernes en la Sala Experimental del Centro Cultural BOD-Corp Banca, producida por Jorgita Rodríguez y bajo la dirección de Vladimir Vera. Las escenas transcurren en una especie de chivera a la que Rubén llega maleta y pistola en mano para rescatar las piezas de Pepón, su carrito. En una esquina hay desechos; en la otra, cajas de plástico. Se ve un parachoques con una frase que reza No te pegues que no soy bolero y se oye el aullido de un perro. El chofer comienza a reconstruir a su compañero de carreritas y con ello su propia historia. No le gusta la política, dice que no la entiende. Su pasión es el cine y su actriz favorita es Claudette Colbert, cuyo nombre aprendió a pronunciar con la ayuda de uno de sus pasajeros: Pedro Estrada, jefe de la Seguridad Nacional. Un día conoce a...

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