La redención de un maldito

Irlanda Rincón y los amigos que trabajan en el Instituto Cultural Brasil Venezuela hicieron felices a un pu ñado de feligreses caraqueños, que se acercaron durante varias semanas de junio a una bellísima quinta de techos altos y porte señorial, en La Castellana. No los empujaba la pasión por una religión particular, sino otro tipo de fe: el amor por la cultura brasileña. Con buen ojo y fino sentido de la oportunidad, pensaron en aglutinar diversos intereses y energías alrededor de la novela policial. No se equivocaron. Hay demasiada tela para cortar nada más en Brasil, donde las expresiones culturales se desbordan en una creatividad notable. Me invitaron a conversar sobre Rubem Fonseca, un escritor tan fascinante como desconocido por el gran público, uno de los nombres enormes de las letras de todos los tiempos. Como deseaba celebrar este esfuerzo del Instituto Cultural Brasil Venezuela, decidí convertir mis notas en un artículo. Rubem Fonseca vino al mundo en Juiz de Fora, estado de Minas Gerais, en 1925, y aún hoy es un escritor, como diría el crítico peruano José Miguel Oviedo, solamente valorado entre élites latinoamericanas, estadounidenses o europeas. Ayuda su personalidad elusiva y su corrosivo sentido del humor: no se deja entrevistar ni permite que le tomen fotos. En muchos sentidos se asemeja a su amigo Thomas Pynchom. Pero no hay que equivocarse. Fonseca representa los valores de la verdadera literatura universal. Lo han repetido los críticos más serios: su obra resuma sentido crítico, método de conocimiento, exploración de géneros impuros, reflexión acerca de la propia literatura??. Fue comisario, policía, perio dista, abogado, crítico de cine y finalmente escritor. Desde ese conocimiento y desde plataforma discursiva, ha construido un mundo de asesinos, corruptos, narcotraficantes, matones de barrio, profesionales prósperos que salen a matar gente de noche, neuróticos... Su razón final busca siempre mostrar el lado más oscuro del ser humano y de las instituciones que lo gobiernan. Es un desacralizador y un escéptico. Como afirma Javier Aparicio Maydeu, Fonseca dirige el cuartel general de la ficción brasileña contemporánea. Aprendió, como Hammett y Chandler...

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