De regreso

Disculpe el lector estas semanas de ausencias. Hubo que atender el corazón. Ya de regreso, lo primero que el gusto pide al comenzar el año es goce. Bueno, accesible, consistente. Sin humos, espejitos de colores ni espumas. Simplemente bueno, con memoria. A precio razonable. Lo fantástico de las memorias del gusto es que no almacenan banalidades, platos de foto-pose, ni creaciones modestamente geniales de autotitulados van guardistas buscando sorprender a nuevos ricos y a ingenuos. En copa y mesa hoy como en el pasado cercano se quiere y se paga por lo bueno. I La tendencia de sacudirse la banalidad, las exageraciones, los castillos de cartón piedra, quedó patentizada en diciembre pasado. Pocas oportunidades de enterarse habrá tenido el comensal ilustrado. Los cultores de lo efímero y del marketing con humo son muy buenos ocultando la novedad cuando no les conviene. Aquí tiene algunas cosas que han pasado en las seis últimas semanas: Desapareció Charlie Trotter, el Bulli norteamericano en Chicago. Al igual que Adriá ahora, es cocinero famoso que no cocina. Que no puede mantener abierto un restaurante. Se confirma así que la nueva cocina de vanguardia ha muerto. No fue asesinada por la tradición, ni fusilada por cocineros que la defendían con ardor operístico, entusiasmo teatral, menús antológicos y novedades de cartón piedra. No. La anciana cocina de los experimentos con sifón murió abandonada. Los pocos chefs que quedan...

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