El reino de las sombras

Deben gobernar los que saben, no la ignorancia y la presunción del creer saber más que los otros.Hegel Un vaso de refrescante gaseosa, aliñada con algo de ron; un nuevo enlatado de la industria del cine, aunque sea pirata o quemada; otro libro de autoayuda para el estrés; el último plato gourmet, aunque, últimamente, convertido en secreto deseo por obtener una caja CLAP, sin tener que pasar por el bochorno del carnet de la patria. El más reciente ¡y caliente! reguetón. Estar en todas. Ser el primero de todos los pequeños dictadores y el último de todos los grandes tiranos. Mejor cabeza de ratón que cola de león.Un churro y, acto seguido, otro más en reiterativa extrusión.Day after day. El continuo y febril periódico de ayer como pan de cada día, si se consigue.La producción que re-produce, una, otra y otra vez, siempre de nuevo, golpe tras golpe. El rebusque o la mordida que no se pueden descartar, si se toma en cuenta que en todos estos años algo se ha aprendido. Ese es el deber ser. Los jingles, las consignas, el neolenguaje, tampoco pueden ser desechados.En fin, los pilares de la maltrecha metafísica de las costumbres se van desplomando con el paso y el peso agigantado de esta fábrica de ficciones, tan característica de la vanidosa cultura de los mercachifles de la cuantificación, la medición de datos, encuestas y tendencias. Y todo a la hechura del entendimiento abstracto, el verdadero logos oculto tras las habituales ilusiones tecnicistas, con sus procedimientos y su rutina de sacrosanto pragmatismo. Quizá sea esta la más auténtica de las filosofías de la miseria.Del otro lado de la luna la contra-cara de aquella contra-cara, el patetismo de lo extraordinario que cada vez se hace más y más cotidiano.Patetismo de la excepción convertida en regla: las calles llenas de basura, de huecos y sin luz; la ciudad lúgubre, triste y, sobre todo, peligrosa. Caracas, ¡te quiero!, decía el eslogan publicitario de la campaña electoral ganadora. Es la estética de toda revolución sin reforma moral e intelectual, sin principios, sin convicciones, sin espíritu. La extrusión no se detiene: duplicación de la burocracia; servicios públicos que no funcionan; corrupción a paso de vencedores; inflación galopante; bancos sin efectivo; interminables colas en cajeros y puntos de pago; farmacias sin medicamentos; hospitales sin capacidad para poder atender a una población cada vez más enferma, afectada por pestes que se pensaba erradicadas; universidades asediadas...

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