Los sueños remotos y la ilusión del Getafe

El Atlético de Ma-drid llega en vuelo de Iberia a Bogotá, el Real Madrid aparece en Kuwait, el Barcelona se alista para una gira por Estados Unidos. El Getafe viene a Venezuela. Venía, decimos, y su promesa y su ausencia nos hacen viajar a lugares amados en la bruma del tiempo. ¿No sabe el Getafe todo lo que su renuncia se ha llevado? Ni lo sabe ni sospecha que su silencio haya motivado esta columna. Y todo porque el anuncio de juegos del equipo español en Venezuela nos remitió a pasajes de nuestros días de infancia y primera juventud, aquellas jornadas en las que, cubiertos con la mejor chaqueta del armario, de la mano de nuestro padre, íbamos a ver las alucinaciones del Botafogo, el Benfica, Real Madrid, River Plate, Santos, Boca Juniors, Académica de Coimbra, tantos otros. Los llamaban, orgullosamente, La pequeña Copa del Mundo, y las gentes, con fervor de feligreses, iban a su encuentro en el estadio Olímpico. Todo eso nos despertó el Getafe, y viéndolo bien, les vamos a agradecer a Nicolás Fedor y sus compañeros habernos devuelto al pasado remoto, el regreso a los felices días cuando creíamos que Pelé no era hombre sino semidiós, que Eusebio había llegado de distantes planetas, y que Gento era una saeta que había nacido en la punta izquierda... Las cosas han cambiado, válganos, y pasado aquel tiempo de delirios han llegado momentos de mirar para adentro. Qué bueno que el Getafe y todos los que de vez en cuando se anuncian, vengan, pero ahora se prefiere la visión interior como aspiración, como manera de integrarse al gran mundo del fútbol universal. Se sigue admirando lo español, lo ita liano y lo portugués, pero de otra manera. Mal que bien, consecuencia de los días que corren y todo eso, el fútbol nacional está en onda, tragando grueso pero tragando el tiempo, y hay agallas para ir a más. Los dólares no...

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